I CONGRESO NACIONAL DE LIDERAZGO - ESTRATEGIAS A FUTURO - PONENCIA


LIDERAZGO PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL PAÍS DEL POSTCONFLICTO



RESUMEN.

Los procesos de paz demandan un cambio social, un cambio en las instituciones y por lo tanto no puede pasar desapercibido que las instituciones generen una transformación desde sus bases y más en el caso de un país como Colombia, con sus cincuenta años de conflicto armado interno, si así se puede llamar. El país debe evolucionar, desarrollarse e implementar urgentemente políticas públicas claras con proyectos sociales y de infraestructura que generen cambios en la mentalidad y en la cultura humana, social y política de todos los contribuyentes. Este cambio, también demanda líderes, conocedores de las necesidades del pueblo, de la ciudadanía y de la nación.

Las Fuerzas Militares de Colombia han demostrado a lo largo de su historia, compromiso, conocimiento y liderazgo con el pueblo colombiano, el cual se ha manifestado a través de los días y la ponen en el siglo XXI, como la institución del Estado con mayor credibilidad y confianza. Estos valores destacados por el pueblo colombiano les ha permitido llevar desarrollo y compromiso social a los lugares más apartados del país, y esto es preparar al país para el postconflicto, teniendo en cuenta, que estos lugares apartados de la geografía del país, tuvieron una enorme ausencia del estado durante los años de la violencia en Colombia y con el nacimiento de las guerrillas vivieron sitiados, lejos del desarrollo, lejos de la participación democrática y por lo tanto excluidos como ciudadanos por su incapacidad para ser representados.

El compromiso social, la profesionalización de las Fuerzas Militares y la representación de los Ingenieros Militares de Colombia, han demostrado a través de sus labores en trabajos propios de ingenieros, que sus hombres ya están proyectados como líderes para el postconflicto, llevando desarrollo, prosperidad y progreso a las regiones apartadas del país, con labores dotadas de trasparencia y con la eficacia, eficiencia y efectividad que demanda el pueblo Colombiano en el manejo y administración de los recursos públicos.

Palabras Claves: Proceso de paz, Transformación social, Profesionalización, Ingenieros Militares, desarrollo.

ABSTRACT.

Peace processes require a social change, a change in institutions and therefore can not go unnoticed that institutions generate a transformation from the ground and in the case of a country like Colombia, with its fifty years of internal armed conflict, if you can call. The country must evolve, develop and implement urgently clear public policies and social infrastructure that generate changes in mentality and in human, social and political culture of all taxpayers projects. This change also demands leaders knowledgeable about the needs of the people, citizenship and the nation.

The Armed Forces of Colombia have demonstrated throughout their history, commitment, knowledge and leadership with the Colombian people, which are manifested through the day and put it into the twenty-first century, as the institution of the most credible and confidence. These highlighted by the Colombian people has enabled them to lead development and social commitment to the most remote areas of the country, and this is to prepare for the post-conflict country , considering that these remote places of the country's geography , values ​​had an enormous absence from the state during the years of violence in Colombia and with the birth of guerrilla besieged lived away from development , far from democratic participation and therefore excluded as citizens by their inability to be represented.

The social commitment , the professionalization of the Armed Forces and the representation of Military Engineers of Colombia , have demonstrated through their work in own engineering work , that his men are already projected as leaders for post-conflict , leading development , prosperity and progress to remote regions of the country , featuring work with transparency and efficiency, effectiveness and efficiency demanded by the Colombian people in the management and administration of public resources .
Keywords: Peace process, social transformation, Professionalization, Military Engineers, development.

INTRODUCCIÓN

En medio de la presencia de varias iniciativas para consolidar la paz duradera en Colombia, surge la tesis del “Postconflicto” y de la “reconstrucción de la sociedad”, cuyo objetivo principal es llamar la atención de la comunidad académica, del sector privado y del Estado, respecto a los retos que trae consigo, los problemas que plantea y el papel que debe asumir las Fuerzas Militares y en especial el Ejército Nacional, para el tratamiento de estas etapas de consolidación de la paz.

El postconflicto es un proceso metódico que requiere de períodos como la reconstrucción, la rehabilitación, la asistencia humanitaria y la construcción de la paz.
Pero independiente de este proceso, se tendrá que analizar la situación de los miembros combatientes de las Fuerzas Militares que dejan de participar en el conflicto y su intervención como participes del nuevo cambio sujetos a ser autores de las cuatro etapas mencionadas.

Lo inquietante del asunto, es la posición de amplios sectores de la sociedad, que ven en el proceso de paz y en el postconflicto, la reducción de las Fuerzas Militares, y la inversión del presupuesto de guerra a otros sectores de inversión social, como la educación o la salud entre otras, y el escepticismo a que sean parte de la estructura de reconstrucción de la sociedad.

Por otro lado no hay que olvidar que es función fundamental del Estado garantizar el orden y la paz en la convivencia de sus ciudadanos. Con la delimitación clara de la misión de los cuerpos comprometidos y mencionados, se pretende mantener y asegurar la paz al interior de la sociedad y los individuos que la componen. Pero gracias a que el desarrollo del conflicto del país, se ha centrado en una amenaza interna, el estado delegó esta tarea de seguridad a sus FFMM debido a su gran número de efectivos que asumieron rol de garantes del orden social. Esto los llevó al ejercicio constante y necesario de la profesionalización y que hoy a puertas de un eventual proceso de paz, se muestran como líderes en la reconstrucción de la sociedad. 

Es importante abrir espacios de reflexión para repensar los intereses nacionales y a partir de allí definir la naturaleza, visión, misión y estructura de las FFMM, que requiere el país para la consolidación de la paz, así como sus roles y responsabilidades en un eventual escenario sin conflicto armado interno. Si bien es cierto que todo este proceso de reforma militar para el post-conflicto es de tipo político y va más allá de las capacidades institucionales de las FFMM (pues estas son sólo uno de los actores del sector de seguridad que debe reformarse) es importante que se empiece a diseñar el proceso arquitectónico de reconstrucción de la sociedad, con la participación de todos los soldados de Colombia, reconstrucción que debe ser viable, sostenible y efectiva, lo que garantizará el éxito de esta proceso materializado en una nueva política de Estado de seguridad nacional y seguridad civil. 

DISCUSIÓN

MUESTRA DE RESPETO Y LIDERAZGO AL PODER CIVIL

Un amplio sector de la sociedad, encuentra en el escenario del eventual proceso de paz, un gran interrogante sobre el futuro de las Fuerzas Militares y en especial de su Ejército Nacional, que se ha fortalecido en hombres y en tecnología en los últimos años a consecuencia del conflicto armado interno.

“Cuál será el papel de las Fuerzas Armadas en el postconflicto?”, “Los retos del postconflicto para los militares de Colombia”, “La incertidumbre del papel de las FF.MM en el postconflicto”, “El Salvador aconseja a Colombia no reducir sus Fuerzas Militares”, “Fuerzas Militares en el Postconflicto”, “El gasto militar en Colombia en un escenario de postconflicto”. Estos son algunos de los titulares de noticias, publicaciones de expertos, analistas políticos, asesores de la rama y columnistas, que día a día les genera gran preocupación la reducción de las Fuerzas Militares o la reducción de su presupuesto, bien sea tal preocupación para beneficio de la institucionalidad o para generar motores de impulso hacia la desestabilización social.

Y en este último escenario, hay quienes siempre tratan de sacar provecho. La campaña de desprestigio y la sospecha permanente sobre las Fuerzas Militares las han convertido en blanco de ataques con poco fundamento, pero si con suficiente intencionalidad política. Algunos actores de la izquierda radical apuestan al todo por terminar el conflicto sometiendo al Estado a la voluntad de las guerrillas y han condenado al Ejército como un obstáculo para la paz cuando este solo se ha limitado a cumplir su misión constitucional. 

En este contexto vale la pena hacer un recuento sobre el papel de las Fuerzas Militares en el conflicto y en la paz, que demuestra la lealtad del estamento castrense, su liderazgo civil y su compromiso para la paz.

Para iniciar, las Fuerzas Militares de Colombia, tienen unas de las tradiciones de respeto civil más sólidas del continente, y muestra de ello es la sesgada pero continua línea de gobiernos civiles, que no contrasta con la de los países vecinos. Por ejemplo, mientras Colombia en el último siglo solo tuvo un periodo de cuatro años de gobierno militar (Teniente General Gustavo Rojas Pinilla), Chile llegó a tenerlo durante 25 años, Argentina durante 30 años, Brasil por 38 años y Paraguay por 45 años.

La autonomía militar, que tuvo las Fuerzas Militares, fue abolida por el Presidente Alberto Lleras Camargo en el año de 1958, cuando en su discurso en el Teatro Patria, exigió públicamente a su cuerpo militar apartarse de la política quedando allí definido un modelo de relaciones entre el gobernante civil y las Fuerzas Militares basado en que los militares no se mezclarían en los asuntos del gobierno y los civiles no lo harían en los asuntos de ‘orden público’. Aquí se diseñó un estilo de relaciones civiles-militares que se caracterizaban por la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil electo, acompañado de la profesionalización de la institución militar, y la despartidización de la institución militar. Sin embargo, este diseño terminó siendo inconveniente pues dejó en cabeza de las Fuerza Armadas la seguridad.

Posterior a la Constitución de 1991 y con el nombramiento del primer Ministro de Defensa civil, comienza el proceso de cambio de relaciones entre gobernantes civiles y militares. Se plantea que los primeros asuman la conducción de las políticas de seguridad. Esto implica que los civiles en dichos cargos conozcan el tema para que tengan reconocimiento de los militares. Proceso que se llevó a cabo sin mayores resistencias.

Sin apartarme del tema, quiero hacer un alto sobre las violaciones a los Derechos Humanos por parte de algunos sectores de las Fuerzas Militares, las cuales se han alegado como muestra de insubordinación; si bien es cierto estos hechos generaron rupturas en las cadenas de mando, problemas de índole mediática y ciertos grados de corrupción en la institución militar, hecho que no pueden verse desde ningún punto de vista como señales de complot para desafiar al poder civil, teniendo en cuenta que los hechos fueron analizados, corregidos y llevados a las autoridades competentes, y el comportamiento de los uniformados a pesar del desacreditamiento producto de la generalización social, por el contrario generó más ímpetu y compromiso en la misión constitucional.


LIDERAZGO Y APOYO EN LOS PROCESOS DE PAZ


“Los procesos de paz en Colombia no han fracasado por las Fuerzas Militares”. Afirmaciones como la anterior, juegan hoy, un común determinante en algunos de los sectores apáticos al uribismo, que acusan a los uniformados de ser responsables de la imposibilidad de alcanzar un acuerdo con las FARC. Sin embargo, la historia contradice estos prejuicios.

Por el Contrario, Colombia ha sido exitosa el desarrollo de los procesos de paz, lo que debe desvirtuar cualquier posición de oposición de sus Fuerzas Militares.

Por ejemplo, el proceso de paz con el M-19, durante el periodo Barco, los líderes de esta guerrilla tuvieron como escenario de concentración el municipio de Santo Domingo en el Cauca, hasta la culminación de las negociaciones. Durante el periodo de cese al fuego decretado de mutuo acuerdo con el gobierno, el Ejército respetó los acuerdos diseñados para garantizar la seguridad de los guerrilleros y hacer posible el diálogo. Una posición que resultó clave para alcanzar el acuerdo.

Tal vez, una de las claves del éxito de este proceso de paz fue el diálogo y la cooperación entre el equipo del Consejero de Paz de la administración Barco, Rafael Pardo, y las Fuerzas Militares. Estas últimas señala el ex Ministro Pardo “la relación entre los militares y la Consejería fue muy estrecha y buscábamos mantenerla cercana, no solo en los grandes tópicos y definiciones de política, sino también en todos los detalles operativos” (Rafael. Pardo, De Primera Mano, Norma, 1996, pag. 133).

De la misma forma, la historia nos puede mostrar, otras desmovilizaciones como el EPL y la Corriente de Renovación Socialista, etc. Las causas de los fracasos de los diálogos de paz no han sido por la injerencia de las Fuerzas Militares, sino por la determinación de las FARC en continuar con el ataque a la institucionalidad en su afán de desestabilizar el Estado y por otro lado la falta de estructuración en el diseño de los procesos de negociación.

La propia historia nos ha reflejado en las pantallas, el verdadero obstáculo que ha hecho imposible lograr la paz verdadera, por ejemplo, las FARC elaboraron su “Plan Estratégico para la Toma del Poder” en el desarrollo de la Séptima Conferencia en el año de 1982, y en el año de 1984, firmaron un cese el fuego con el Presidente Belisario Betancur. Pero esto no impidió al grupo armado continuar con sus planes de expansión militar y desdoblamiento de Frentes, etc. 

En el proceso de paz del Caguán, se concretó como punto de la negociación con el Gobierno Nacional, “la Zona de Despeje”, destinada a servir de espacio para la construcción de paz, supuestamente, sirvió más bien como área de retaguardia para lanzar ataques terroristas por todo el país. Durante tres años y cuatro meses las FARC, le demostraron al país y al gobierno su falta de interés para lograr cualquier acuerdo y tal motivo llevó al levantamiento del proceso de paz.

Los que comparten la teoría que las Fuerzas Militares son los enemigos de la paz, suelen ubicar a la oleada de terrorismo contra la UP durante los años 80’s, como la mejor evidencia de esta teoría. Indagan sobre si el Ejército habría utilizado fuerzas oscuras para hundir el proceso de paz de Betancur, exterminando la organización que debía permitir la participación de las FARC en la política legal. Pero las cosas no solo deben llamarse por su nombre sino versen de tal sentido. La mayoría de los asesinatos de militantes de la UP fueron cometidos por autodefensas y grupos de narcotraficantes. Evidentemente, hubo miembros de las Fuerzas Militares involucrados en los hechos, los cuales llevaron a un número de Militares a ser procesados por la justicia. Sin embargo, de aquí a afirmar que hubo una política institucional contra la paz, hay un gran abismo entre estas acusaciones y lo que la verdad y la historia han permitido revelar. 

LAS FUERZAS MILITARES, CLAVES PARA HACER VIABLE LA PAZ Y MANTENER LA SEGURIDAD EN EL POSTCONFLICTO

En este momento de la historia podemos calificar el proceso de paz de la Habana como el resultado de un esfuerzo militar exitoso de nuestras Fuerzas Militares de Colombina, y entender que las FARC, no está allí sentadas con una súbita convicción pacifista, de quienes llevan medio siglo practicando el terrorismo. Para el grupo armado, la mesa de negociación no es más que un telón de teatro para presentarle al país otro engaño más.

Al enfrentarnos con el escenario del postconflicto, entra en la cabeza de todos, la inquietud del papel que jugarán las Fuerzas Militares. Podemos tener claro la dimensión del proceso de desmovilización de las FARC, después de firmados los acuerdos puestos en la mesa de negociación, pero no se puede discutir a ciencia cierta el número de guerrilleros que prefieran continuar con sus acciones delincuenciales, motivados por la ideología existente o por la codicia del poder por medio de las armas ilegales.

En este escenario, se permitiría la reintegración a la vida civil y social de miles de guerrilleros y la disminución gradual de la violencia en algunas regiones del país. Sin embargo en las otras regiones donde los grupos insurgentes sigan actuando ilegalmente, será de vital importancia la presencia y la acción de las Fuerzas Militares.

Este modelo implicará un despliegue logístico sin precedentes en Colombia, y de seguridad para mantener, sostener y proteger a miles de reinsertados y sus familias en las primeras etapas de reincorporación a la vida civil, y allí también se requerirá de la participación activa de las Fuerzas Militares.

Más allá de los retos de esta transición estratégica, lo cierto es que la desmovilización de la guerrilla representará un cambio sustancial del escenario de seguridad que demandará una reconfiguración del aparato militar y policial. 

Esta lógica demanda pensar que la Policía Nacional reasumirá su papel en el cuidado del orden interno, mientras que las Fuerzas Militares, orientarán su misión a lo establecido en la Carta Magna, atendiendo misiones asociadas con la defensa de los intereses internacionales del país. 

Aún así, con la eventual desmovilización de las FARC, sería aún necesario el apoyo militar a la seguridad interna, en términos distintos a los actuales, debido a las emergentes bandas criminales, que contarán con notable capacidad armada y bélica, también para reforzar las fronteras frente a la amenaza de la inestabilidad de los gobiernos vecinos y hacer presencia en regiones poco pobladas pero con un alto impacto estratégico como la Orinoquía y la Amazonía.

Tras la desmovilización, reinserción y desaparición de las FARC, como movimiento narco terrorista guerrillero clandestino, el papel de las Fuerzas Militares es cada vez más complejo en el mantenimiento de esa paz y no podrá reducirse, sino por el contrario en esta etapa el gobierno deberá ser más fuerte para lograr una estabilización social, que podría tardar entre una o dos décadas.

Bajo esta perspectiva, el país seguirá enfrentando necesidades de seguridad y de reconstrucción de la sociedad en el postconflicto que requerirá unos presupuestos más grandes que los actuales. 

Más sin embargo, y a diferencia de lo que algunos creen, el presupuesto que se invierte para la seguridad nacional es relativo al gasto de inversión de otros países en el Continente. 

El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, en su última edición a cerca del balance militar, señala que Colombia destino a su defensa en 2013 el 1,81% de su Producto Interno Bruto, un poco más que Chile (1,61%) y Brasil (1,41%). El trabajo recomienda tratar con cautela la cifra de Venezuela (1,52%) puesto que no incluye las compras realizadas por medio de fondos gubernamentales por fuera del presupuesto de defensa y no incluye el gasto de Ecuador para el 2013, pero si el del 2012 (2,13%).


LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL SE LOGRA CON LIDERAZGO

Durante la última década hemos presenciado una disparada profesionalización de las Fuerzas Militares en aras de preparar a sus hombres para el postconflicto, y es así como ejemplo de esta profesionalización, la labor de construcción social que cumplen los ingenieros militares en el desarrollo de infraestructura vial, desarrollo urbanístico, desminado militar y humanitario y por supuesto la capacitación de sus hombres en tareas de prevención y atención de desastres.

Estas tareas buscan acercar más a la población civil que ha sido la victima principal en este conflicto de medio siglo, que lo único que les ha brindado es un estancamiento en el progreso de las regiones, sumado a esto los altos grados de corrupción de los gobiernos locales de turno, corrupción que se ha vuelto, si no, una política de estado, entonces en lineamientos de la cultura del Colombiano.

El Estado y la sociedad civil deberá entender que con la firma del procedo de paz, el país debe comenzar una etapa de transformación de todas sus instituciones, hacia el progreso y el desarrollo, pero alejados de la politiquería y la corrupción creando escenarios de desarrollo con grandes obras de infraestructura y de desarrollo social. 

Para tal fin las Fuerzas Militares a través de su Cuerpo de Ingenieros, se ocupa de diversas áreas en el campo de la ingeniería militar y civil. Desarrollando proyectos y obras en beneficio de la comunidad y del pueblo colombiano, actividades de apoyo humanitario en zonas de emergencia, protección del medio ambiente y la neutralización de artefactos explosivos y desminado. Son tareas que lideran sus hombres que dimensionan un país sin conflicto, con una importante tarea como lo es la reconstrucción del país y esto demanda no una reducción si no por el contrario un fortalecimiento de la institución y una inyección de capital para iniciar con esta importante etapa de mantenimiento y sostenimiento de la sociedad. 

La carencia de vías primarias y secundarias, de infraestructura hospitalaria y educativa, así como el rediseño de las poblaciones con peligro ambiental y natural, son algunas de las tareas para las cuales se encuentran preparadas las Fuerzas Militares. Todas estas tareas se enmarcan en términos que fundamentan el postconflicto: reconstrucción, rehabilitación, asistencia humanitaria y construcción de la paz. 

Para esta importante tarea los ingenieros militares ya se constituyen como un cuerpo profesional con capacidad para garantizar el apoyo ante cualquier tipo de amenaza y contribuir de manera integral al desarrollo estratégico del Estado.

A lo anterior, hay que sumarle las tareas de desminado humanitario, que contempla las operaciones de despeje de áreas rurales con presencia de artefactos explosivos y minas. Este proceso de destruir minas y restos explosivos de la guerra y restituir estas zonas a la población civil, le cuesta al país cientos de millones de pesos. 

“El Programa Presidencial de Acción Integral contra Minas Antipersonal (PAICMA), a cargo de la Vicepresidencia de la República, es responsable de coordinar la elaboración y aplicación de la política pública nacional de Acción contra Minas Antipersonal. Esto se hace en cumplimiento a las obligaciones del Estado colombiano, adquiridas en el marco de la Convención de Ottawa, sobre la prohibición y destrucción de las Minas Antipersonal. A través del Batallón de Desminado No. 60 “Coronel Gabino Gutiérrez”, se destruyeron todas las minas antipersonales convencionales que se encontraban instaladas para seguridad de Bases Militares y que se encontraban almacenadas en depósitos.” 

Con estas actividades de desminado humanitario se tiene como prioridad, el retorno de las comunidades que han sido desplazadas por la violencia.

La proyección de los Ingenieros militares va con vía, a la ampliación de proyectos en áreas que fueron afectadas por la violencia durante varios años a nivel nacional. De esta forma, se construyen obras de infraestructura para el beneficio de las poblaciones más vulnerables donde se recupera la seguridad y se consolida la presencia del estado.

Desde el año 2008, se han ejecutado más de 30 proyectos de infraestructura vertical y horizontal con una inversión superior a los 80 mil millones de pesos, estos proyectos son obras que significan progreso para las regiones más apartadas, contribuyendo así al desarrollo sostenible de las poblaciones vulnerables y desfavorecidas.

Los 27 Batallones de Ingenieros se encuentran ubicados estratégicamente en el territorio nacional y están dotados con la maquinaria equipo y personal suficiente para afrontar, atender y culminar proyectos de obras civiles en general, fundamental para el proceso de reconstrucción y rehabilitación social. 

CONCLUSIONES

El Estado Colombiano debe proyectar a sus Ingenieros Militares del Ejército en corto tiempo como la empresa de construcción de vías primarias, secundarias y terciarias más grande del país, utilizando sus herramientas y recursos para lograr el éxito y asumir el liderazgo Nacional. Y esto será el futuro de las Fuerzas Militares del postconflicto.

Por otro lado, nada de lo dicho debería servir para poner en cuestión el valor de alcanzar un acuerdo de desmovilización con las FARC. La reducción de la violencia implicará un inapreciable ahorro en vidas humanas y creará unas condiciones más favorables para el desarrollo económico y el funcionamiento de las instituciones, particularmente en aquellas regiones más afectadas por el accionar guerrillero. 

Sin embargo, es bueno recordar que en el postconflicto las Fuerzas Militares y los presupuestos de defensa seguirán siendo una necesidad inescapable para el bienestar y la seguridad de los colombianos.

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